Un día, me encontré con unos ojos brillantes.
Cálidos. Llenos de vida. Interrogantes. Bañados en esperanza.
Unos ojos tranquilos y serenos.
Unos ojos melancólicos,
que se esforzaban en cada lágrima, en cada surco, por recordar la vida pasada.
Una frente arrugada, perdida entre tanto desconcierto.
Unos labios que se habían olvidado de sonreír, de articular historias.
Sufría de esa malvada enfermedad que te roba los recuerdos, te paraliza, te amordaza...
Sin embargo, aquellos ojos brillantes... parecían recordarlo todo.
Joder.
ResponderEliminarLas jodidas enfermedades.
Qué bonito, coño.
Gracias, guapa!
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