miércoles, 1 de abril de 2015

Rotando por Atención Primaria

Hola :)

Ni ha sido tarde ni ha sido pronto, pero aquí estoy de nuevo con la prometida entrada sobre mi rotación por Atención Primaria.

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He tardado más de la cuenta porque he escrito tres veces esta entrada. De tres maneras distintas. Y ninguna me convence del todo, porque creo que no soy capaz de hacer justicia a todo lo que vi durante los cinco días que duró mi rotación. Primero hice una especie de diario, en el que iba anotando todo lo que pasaba cada día. Pero si publicaba eso, nadie lo leería porque ocupaba un porrón de páginas. Después intenté sintetizarlo, pero me pasé de síntesis y dejé muchas cosas atrás, pequeños detalles que hacían de esta rotación la GRAN rotación de este año. Así que he hecho una cosa intermedia, y ya me diréis si os parece escueta o infumable xD.

MI ROTACIÓN


Llegué un martes al centro de salud que me había tocado, situado en un barrio obrero periférico de Madrid, donde el nivel económico no es muy elevado, pero la gente es sencilla, humilde y práctica.

Turno de tarde. Ese día llegamos a las 14.00h porque teníamos que asistir a la sesión clínica que había entre turno y turno. Y no salí de allí hasta unas cuantas horas después. Me había mentalizado de que iba a ser duro.
Me asignaron a un médico que parecía muy callado al principio, como si no supiese qué hacer conmigo, pero después pude comprobar que entre paciente y paciente siempre tenía una lección que enseñarme, resolvía todas mis dudas y me daba consejos para lo que me quedaba de carrera, para la residencia, o para la vida en general. Me pareció un médico muy resolutivo: las cosas sencillas, burocráticas, o a los cuentistas, los despachaba con rapidez, y estaba 15, 20, 30 minutos con quien de verdad lo necesitaba. Era distante pero correcto con los venían de malas maneras, y familiar y cercano con los demás. Con algunos parecía una charla entre viejos conocidos. ¿Qué tal los niños, doctor?¡Ya deben de estar enormes! o ¿Cómo le fue por Canarias, Paco?
¿Cómo está su marido, Paqui, que hace mucho que no lo veo?


El primer paciente de todos fue una mujer que venía por dolores articulares y musculares, malestar general, y debilidad. Parecía un cuadro gripal, pero resulta que tenía una patología de base que la hacía ser más propensa a este tipo de enfermedades... ¡LUPUS!

¡Madre mía, LUPUS!¡Pero si nunca es lupus!
Me reí mentalmente a carcajada limpia y con sorna de todos aquellos ilusos que decían que en Primaria sólo se veían catarros y se daban recetas de Paracetamol y mucho agua. 
Y sí, amigos, Dios, el destino, la Ley de Murphy o aquello en lo que creáis que hay por ahí con un poder divino que puede castigar a las estudiantes de medicina que se pasan de listas, descargó en mí todo su poder esa tarde y vinieron como 20 gargantas inflamadas. Una detrás de otra.
Auscultación pulmonar, inspección de garganta, inspección de oídos. ¿Tratamiento con antibióticos? Así veinte veces seguidas.
Esto me puso los pies en la tierra, porque venía del hospital, donde todo era enfermedades curiosas, agudas, un montón de tratamientos intravenosos, sueros... Incluso en las clases teóricas, nuestros temas son hemisección medular, Síndrome de Cushing, Síndrome de Sjögren y así hasta infinito. Pero no hay un tema de dolor de garganta y tratamiento. Todos critican esta especialidad porque total para sólo ver gargantas inflamadas.... Y yo me pregunto: ¿Quién coño sabe tratar gargantas inflamadas en 3º para creerse que eso es poca cosa para él? ¿A qué paciente le das amoxicilina, a quién amoxicilina-clavulánico, a quién azitromicina, a quién levofloxacino y a quién sólo las buenas tardes?

Después de ese castigo divino que sufrí el primer día, vinieron un montón de pacientes con patologías muy diversas. Miomas uterinos, un sinux, cuadros de ansiedad, depresión, esquizofrenia, vértigos, alcoholismo, un porrón de ciáticas, gastroenteritis, resolver mil y una dudas sobre los anticonceptivos orales, dar pautas de alimentación a un chico que quiere empezar a muscularse, test de embarazo, infecciones de orina, esguinces de tobillo, defectos congénitos en la válvula tricúspide y consulta con el cardiólogo, una perforación de tímpano, un herpes... Ajustes de medicación, interpretar un ECG, tomar la tensión, ver una cura por parte de enfermería de una mordedura de gato desde hace un año... y mentiras. Muchas mentiras. Gente que tose un poco o busca en google  ciática síntomas y pide la baja para tres días. Y aquí es donde se aprende a ser una persona crítica, y a no creerse todo lo que dicen los demás. Esta lección es tan válida para el ejercicio de la Medicina  como para la vida misma. Un chico de veintitantos que viene porque le duele la espalda y trabaja en un almacén y no puede cargar cosas, pero viene con un casco de moto colgando del brazo...Ya, lo que tú digas. Lecciones y más lecciones. La exploración física comienza desde que el paciente entra por la puerta. Y House tenía razón: todo el mundo miente. Pero tiene que haber de todo: gente que no quiere trabajar, que no se esfuerza y otros que se parten el lomo ¿Ejemplos? Una enfermera de Urgencias embarazada de 5 meses que viene a regañadientes acompañada de su marido para coger la baja porque ha empezado a tener contracciones... Una mujer que trabaja en un almacén con una rotura miofribrilar y viene cada semana a ver si ya por fin me da de alta, doctor.

El último día hice una breve incursión en la consulta de Pediatría. Me lo pase genial con los niños, porque me gustan, pero no porque quiera tratarles. Muchos virus, muchos padres preocupados, y el niño se queda medio olvidado jugando con el palito de madera. Exploré a unos cuantos de ellos yo sola (junto con otro compañero, pero sin el pediatra) mientras el médico rellenaba la historia clínica. Toqué la fontanela de un bebé de 15 días por primera vez en mi vida, sin que fuese algo prohibido (ya sabéis, cuando tenéis primos pequeños y les quieres coger y tocar la cabeza y tu tía te grita, poseída por ese visceral y primitivo instinto maternal  ¡¡¡¡NO LE TOQUES LA CABEZA!!!!). Hice el signo del pliegue en la tripita de un niña de año y medio con gastroenteritis y dijo mamá de una manera muy graciosa, insegura, con miedo pero sin gritar, como diciendo :Mamá, ¿qué está haciendo esta tía?¿Qué hago: grito o la pego?. Y no pude dejar de reírme el resto de la consulta.
Muy bonita pediatría, pero no creo que fuese capaz. Hablas más con los padres que con el niño y no veo que exista un vínculo médico-paciente tan fuerte como pasa con más frecuencia con los adultos.

¿Qué saco de todo esto? Experiencia.
He aprendido muchísimo, demasiado. Tanto que al salir de cada turno no podía hacer nada más, y me quedaba horas pensando e intentando recordar a todos los pacientes y sus historias, muchas de ellas parecidas, pero cada una con algo especial que las hacen diferentes, como las personas que las protagonizan. Sólo he estado cinco días, pero he aprendido más que en 5 meses de tediosas y aburridas clases teóricas en la facultad.

Medicina de Familia me parece una especialidad muy versátil, muy completa. Tienes que saber un poco de todo, indentificarlo, y resolverlo en el menor tiempo posible y con pocas, o por no decir ninguna, prueba diagnóstica a tu disposición en ese momento.
 Es un desafío.
Hay que esperar, hay que pensar y razonar qué es lo mejor para el paciente. Porque junto con él, decides tú.
He visto pocas derivaciones al hospital, a urgencias o a consultas específicas. Pero el gran grueso de la consulta se resuelve allí, entre esas cuatro paredes.
Y lo que más me gusta es esa cercanía, esa relación médico-paciente, el no tener que hacer una historia clínica completa (no porque las odie, que conste) porque le conoces, a él y a su familia, en qué trabaja y más o menos lo que le ha pasado en la vida. Comprenden, o por lo menos la mayoría, que tienes muchos pacientes que ver, y se conforman con los escasos 6 minutos que puedes dedicarles a cada uno, porque saben que vas a estar ahí siempre con otros 6 minutos más... Y los que hagan falta.
 Dicen de ti que eres su médico, y al despedirse siempre un gracias, doctor. Hasta la próxima.
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